Mi nombre es Carme y tengo  54 años. Cuando era pequeña mi sueño era ser escritora. Me encantaba leer libros de aventuras de literatura juvenil sobre todo de Enid Blyton y recuerdo que algunas veces había fingido encontrarme mal y frotar el termómetro con un paño para que marcara fiebre y poder quedarme en casa leyendo en lugar de ir al colegio. Pero con el paso del tiempo el sueño se fue desvaneciendo por falta de constancia y firmeza, sin encontrar la motivación que me hubiera gustado obtener por parte de mis padres.
Me sentía perdida con el paso de los años y no encontraba sentido a mi vida. Cuando tenía ocho años nacieron mis hermanos mellizos y al poco tiempo mi madre sucumbió a una profunda depresión que arrastró durante muchos años. El día a día en casa se volvió francamente hostil. No hacía las cosas que quería o me apetecía sólo porque mi madre no estuviera peor o la contrariase. Me sentía sola, atrapada en este pozo sin fondo y me apartaba de las pocas amigas que tenía.Cuando fui mayor de edad empecé a rebotarme y culpar a mi madre por todo lo que hacía.Veía que por su “culpa” yo no estaba bien, no podía disfrutar y no sabía lo que quería. Así que tomé la solución de independizarme, es decir, huir de aquella situación que me atosigaba. Pero al tiempo repetí la misma experiencia; esta vez con mi pareja. De nuevo tomé la misma actitud que para con mi madre y me olvidé de mí hasta que hace ya varios años descubrí el yoga. Me formé como profesora de yoga y empecé a experimentar la vida desde el crecimiento personal transformando toda la “realidad” que yo conocía hasta el momento. 
He cambiado la terrible pregunta que me hacía una y otra vez durante casi toda mi vida “por qué me pasa esto a mí”,  haciéndome sentir una víctima de la situación; por la pregunta “para qué me ha pasado y me está pasando esto”, “qué me está enseñando la vida con todo esto”. La perspectiva es radicalmente diferente…